Acostumbradas a ver el estudio lleno de cosas por la mesa, por el suelo, en la cama...miramos ahora y no queda prácticamente nada. Algo para la cena, el desayuno y los billetes para el avión. Hemos pasado la mañana peleando con las maletas y seguimos convencidas de que mañana habrá que sufrir un poco recolocando todo en el aeropuerto, pero aún así, seguro que lo guardamos como un buen recuerdo.
Tenemos ya ganas de volver a casa, no es ningún secreto. Incluso estamos nerviosas, pensando en volver ver a la gente, en daros los regalos, en comer algo que no esté precocinado...pero son nervios buenos. Y por lo menos para mí, están acompañados de algo de pena, de tristeza por decir adiós a otra ciudad más. Estoy contenta con como han salido las cosas, ilusionada con lo que me espera este año, pero no puedo evitar pensar que no eran mis planes, que nunca sabré qué hubiera pasado si este blog se hubiera convertido en un diario de todo un año. Como en todo viaje, ha habido momentos mejores y momentos peores, más fáciles y más complicados, pero también como en cada viaje, compensa. Suele pasar, ¿no? Mirás atrás y siempre ves las cosas buenas.
Anque creo que una de esas cosas que hay que hacer cuando te haces mayor es no mirar mucho hacia atrás. Así que de momento, vamos a disfrutar la última noche y pensar en todo lo que queda por venir. Aún es muy pronto para decir adiós...
:)
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