Recta final.

¡Hola, hola!

Cómo están ustedes? Nosotras ya aterrizando en la cama, aunque vuelva a ser muy muy pronto pero es que, realmente Londres es agotador!

Estos días los estamos compartiendo con Ana Cris, que viene de visita para unirse al turismo diario. Hoy, por ejemplo, hemos pasado por la alfombra roja para hacernos un montón de fotos con los famosos en el museo de cera y mañana, comeremos en casa para prepararnos para el musical de por la noche.

Así seguimos, más contentas en clase y haciendo una cosa diferente cada día! Lo estamos pasando bien, estamos viendo muchas cosas y comprando regalos para todos :) pero a la vez, esta siendo un viaje algo extraño. Hoy mismo publicaba mi compi en su blog que quiere volver ya a casa. Es raro oir eso en un viaje como éste. Personalmente, me encanta estar fuera de casa, vivir lejos de todo pero es verdad que, no sé por qué, pero este año no parece estar siendo uno de esos viajes emocionantes e inolvidables. Eso sí, aunque no tanto como otras, Londres es otra ciudad que ha conseguido enamorarme. Despertarse con luz, los parques, la variedad de gente, los mercadillos, la gente que canta en la calle...incluso el metro ha dejado de parecerme tan malo!

Y de todo se aprende,eh? En estas seis semanas frenéticas, también ha habido momentos para parase y pensar. O para dejar de pensar, que ya quedará tiempo... Me he dado cuenta (aunque ya hacía tiempo que lo intuía), que no tengo que tener tanta prisa ni que tampoco me hace falta controlar todo para que salga bien, que incluso a veces pasa lo contrario. He confirmado estos días lo mucho que me gusta dedicarme a hacer listas, incluso las que no escribo en papel, y tengo en mente una muy larga de todo lo que puedo hacer este año antes de darlo por perdido y arrepetirme de dejar Londres. También he aprendido que no hace falta coger un avión para tomar distancia con las cosas...cualquier cambio puede llegar a ser un gran cambio, no?